martes, 9 de octubre de 2012

DIMENSION DINAMICA EN EL TIEMPO


Otro aspecto esencial consiste en que la vulnerabilidad no es estática, sino dinámica en el tiempo, esto es, puede aumentar o disminuir. Resulta por tanto imprescindible que su análisis contemple la dimensión temporal. En primer lugar, aunque la catástrofe sea repentina, la gestación de la vulnerabilidad ha podido ser fruto de un largo proceso histórico (como algunas secuelas del colonialismo), si bien otras causas pueden encontrarse en procesos y circunstancias más inmediatas (como una crisis económica). Por tanto, la vulnerabilidad integra elementos del pasado y del presente.
Además, hay que tener en cuenta que cada uno de los aspectos que configuran la vulnerabilidad puede tener un ritmo de tiempo diferente para acrecentarse o modificarse ante una catástrofe, o para reducirse después de ella. Por ejemplo, las relaciones de clase o de género son bastante estables y se verán trastocadas sólo lentamente, mientras que el nivel de ingresos o el estado sanitario puede variar rápidamente.
La vulnerabilidad puede incrementarse bien de forma prolongada o bien con rapidez en función de que haya sobrevenido un tipo u otro de catástrofe. Hay catástrofes de gestación lenta (las sequías frecuentemente duran dos o tres años), y otras de aparición repentina (terremotos, huracanes).
Por otro lado, el factor estacional es determinante para la vulnerabilidad de las personas en las sociedades rurales tradicionales. Las estaciones del ciclo agrícola tienen una gran incidencia en el nivel del consumo alimentario, del ahorro familiar y del estado nutricional y sanitario. La vulnerabilidad es más acusada en los meses anteriores a la cosecha, por cuanto las reservas que quedan en los graneros son ya escasas o inexistentes, la consiguiente menor oferta en el mercado eleva los precios de los alimentos (dificultando que los pobres puedan adquirirlos), las familias tienen que reducir su consumo de comida, y los cuerpos peor alimentados son más susceptibles de sucumbir a las epidemias. Por tanto, una posible catástrofe tendría secuelas mucho más funestas si se produjera en esos meses previos a la cosecha, escasos en recursos y resistencia, que en los posteriores a ella, de relativa abundancia. Toda intervención de ayuda debería tener muy en cuenta estas circunstancias.

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